Imaginar futuros alternativos y utopías cotidianas
Apología de la utopía
Enfrentar la crisis ecosocial va a exigir que nos convirtamos en mejores narradores de historias. Junto al conocimiento científico disponible necesitamos imágenes del futuro capaces de seducir y emocionar, de visualizar nuevas cotidianidades y dotar a la gente de horizontes de sentido para los cambios sociales que demandamos. Una de las claves para estas narrativas transformadoras sería contar más historias de vida, incorporar anécdotas personales, pero, sobre todo, se trataría de inventar ficciones que tengan un impulso utópico anclado en prácticas alternativas, capaces de socializar una cultura ecológica y transmitir otros futuros, posibles pero no fantasiosos.
Necesitamos una narrativa distinta de lo que está aconteciendo, pues la tarea de desencadenar o acelerar un cambio de paradigma nos exige realizar un enorme ejercicio de imaginación ecológica. Más allá de la crítica y de la pedagogía, desde el campo de la cultura hay que priorizar la representación de modelos de sociedad que se hayan ajustado a los límites ecológicos y sean capaces de mantener niveles dignos de calidad de vida. Esto supone ficcionar a partir del marco que va a contextualizar nuestra vida futura si logramos evitar el colapso, y esbozar sociedades en las que sean centrales cuestiones como las energías renovables, el decrecimiento en el consumo de energía y materiales, la satisfacción de necesidades de forma colectiva, las relaciones sociales más cooperativas, las economías postcapitalistas y fuertemente localizadas, las nuevas institucionalidades, las vidas disfrutadas en proximidad, la revalorización de los trabajos de cuidados, una nueva sensibilidad hacia la naturaleza, amplios procesos de regeneración de ecosistemas…
Estas ficciones deberían combinar la libertad creativa con un nivel básico de realismo ecológico y apostar por esbozar utopías cotidianas donde puedan representarse con cierta complejidad nuevos estilos de vida. Un enfoque que evite realizar retratos fantasiosos de sociedades ideales o armónicas, asumiendo que estas seguirán siendo consustancialmente dinámicas, conflictivas y contradictorias. Narrativas en las que seguirán teniendo cabida el suspense, la comedia y el drama; convirtiendo las utopías cotidianas en argumentos centrales o en el trasfondo sobre el que discurren las tramas principales. Una oleada de utopismo que llegue a los distintos géneros literarios, al teatro, la música, el cine y, especialmente, a las series de televisión, pues en la actualidad son el sistema central de narración, al tener la mayor capacidad de seducción, de estructurar en torno a sí al resto de medios y de dotarnos de referentes comunes.
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